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Editorial 841

 


Si no eres capaz de perdonar vales muy poco como persona

 

"Perdona y serás perdonado" es la condición que pone Jesús. Sin embargo, el perdón es sólo el primer paso, el siguiente paso es amar.


Después de dos mil años de Evangelio seguimos con la antigua ley del Talión: Ojo por ojo y diente por diente


El asunto no es el hecho de perdonar sino, por qué no somos capaces de perdonar. Sin duda se debe a que vivimos dominados por el sentimiento "Yo estoy mal" en consecuencia tenemos mucha rabia, mucha ira, mucho rencor y mucha frustración, y en vez de asumir nuestra responsabilidad, resulta más fácil descargar sobre los demás nuestra basura. Se trata de un impulso perverso que nace de lo más bajo de la persona.


Nos cuesta mucho perdonar de corazón a los demás, porque no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos. Necesitamos aceptar que somos débiles y pecadores, necesitamos perdonarnos a nosotros mismos, sólo entonces comprenderemos que los demás también son débiles y pecadores, que cuando nos hieren y ofenden, no lo hacen porque sean malas personas, sino porque son ignorantes, tienen ideas equivocadas, tienen temores, complejos o envidia.


Es importante saber que ninguna persona segura y feliz hiere u ofende, las personas lo hacen en la medida en que se siente mal y en la medida en que ven en los demás un competidor que puede causarles daño. De modo que, comprende a las personas y concédeles el derecho a ser como son, lo cual no indica que debas aceptar su conducta.


El amor, la comprensión y el perdón, así como el odio, la envidia y la agresividad, son hábitos que se aprenden básicamente en la infancia a través de la educación y del ejemplo de los padres.


El miedo y la ignorancia son las raíces que causan la intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique humana desde muy temprana edad. La tolerancia, el perdón y el amor están asociados a la educación recibida. Son actitudes que se aprenden básicamente en la infancia. La intolerancia puede superarse cuando la persona entiende lo ilógico e injusto de su actitud.


La crisis de valores que afecta a la sociedad es la consecuencia del fracaso de la familia y de la escuela, pues, es ahí donde se programa a las personas para la convivencia.


Si tienes capacidad de amar, de comprender y de perdonar, no sólo a tus amigos sino también a tus enemigos, eres una buena persona, una persona muy evolucionada; en caso contrario necesitas revisar tus valores y tus sentimientos, pues, no es suficiente con no hacer el mal, es necesario hacer el bien, y el mayor bien que puedes hacerte a ti mismo y a los demás es amar y perdonar. No es fácil. Nadie ha dicho que sea fácil, pero es la prueba que define tu valor como persona.


Nos creemos buenas personas porque nos llevamos bien con quienes nos respetan, pero tenemos dificultades para comprender y perdonar a quienes piensan distinto y a quines alteran la paz de nuestra vida.


Tenemos que comenzar por comprender que mientras nosotros somos privilegiados existen muchas personas que no saben qué hacer con su vida, ni cómo controlar sus impulsos, sus temores y sus frustraciones. Son personas desadaptadas que sufren mucho y que bastante desgracia tienen con ser como son. Si pudiéramos entrar en la mente de estas personas y experimentar la soledad y la frustración que sienten seríamos más comprensivos. En vez de criticarlas, de juzgarlas y de condenarlas, lo mínimo que podemos hacer es ponernos en su lugar, comprenderlas, perdonarlas y desearles lo mejor.


Estas personas están faltas de amor, de modo que sólo pueden ser redimidas a través de nuestro amor, de nuestra comprensión, de nuestro perdón y de nuestra ayuda.


El hecho de que existan muchas personas pobres, ignorantes, agresivas,... se debe en gran medida al egoísmo, insensibilidad e indiferencia de las personas acomodadas que se limitan a resolver sus propios problemas y se olvida de que la mayor parte de la humanidad lo está pasando muy mal.


Nadie ha nacido para ser el fin de sí mismo. Somos seres sociales que pertenecemos a una sociedad que nos ha dado todo lo que somos, y ahora tenemos el deber de retribuir lo recibido en forma de ayuda a los demás.


Es fácil culpar al pobre de su pobreza y al ignorante de su ignorancia y al delincuente de sus fechorías, pero ¿Qué habría sido de nosotros si no hubiéramos tenido una familia que nos educó y nos dio apoyo económico, afectivo y moral para llegar a donde hemos llegado?


No hay nadie que en su sano juicio quiera ser mala persona. Todos los seres humanos quieren ser buenas personas y triunfar, porque fuera de esta opción no hay futuro, pero luego se impone la realidad, por lo cual, nadie tiene derecho a juzgar a nadie, porque en las mismas circunstancias todos podíamos actuar de la misma forma.


El perdón es una cualidad que poseen únicamente ciertas personas superadas. Significa que cuando alguien viola mis derechos, soy capaz de comprender que es una persona equivocada, que es víctima de sus temores, de sus prejuicios y de su frustración y por tanto, la perdono. La gente respeta y admira a quienes son capaces de perdonar, porque es una virtud heróica que dice mucho en favor de quien perdona.


Todos necesitamos ser comprendidos, tolerados y perdonados muchas veces. “El que esté sin pecado que arroje la primera piedra”


Vivimos en una sociedad de competencia despiadada y el instinto nos lleva a reaccionar de forma agresiva. El “Ojo por ojo y diente por diente” es una conducta alienante, pues nos obliga a vivir constantemente en actitud de ataque – defensa, y, si alguien no detiene esta guerra, al final, todos terminaremos, como mínimo, ciegos y desdentados.


Si tenemos en cuenta que la gente gasta el 70% de su energía física y mental en defenderse de sus propios temores, complejos, culpas y frustraciones. ¿Qué energía le puede quedar para avanzar en el proyecto de su propio desarrollo?


Nos han enseñado a pensar que quienes no son como nosotros están equivocados. Es un error. Todos tenemos un poco de la verdad y es esa verdad la que podemos compartir.


Existe un fanatismo político, religiosos,... Toda forma de fanatismo es irracional y desencadena conductas y sentimientos, y si nos dejamos llevar terminaremos odiando a quienes no piensan como nosotros. Necesitamos reconocer las diferencias y el derecho que tienen las personas a pensar con libertad, lo cual no significa aceptar abusos, ofensas e injusticias. Estamos obligados a entendernos por el bien de todos. Los fanatismos son propios de personas problemáticas y poco evolucionadas.


El hecho de perdonar indica que eres capaz de dominar tus instintos primitivos, como son: La ira, el odio, la venganza y el resentimiento, pero, aún queda un buen trecho por andar. Es necesario llegar un poco más lejos y ser capaz de amar. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Pero Cristo va más lejos: "Pero yo os digo:
Amad a vuestros enemigos
Bendecid a los que os maldicen
Haced bien a los que os aborrecen
Orad por los que os ultrajan y os persiguen.

 

Según la Ley de Correspondencia, cada uno recibe lo que da; de modo que: “No juzgues y no serás juzgado. No condenes y no serás condenado. Perdona y serás perdonado. Ama y serás amado"

 

El hecho de comprender, tolerar y perdonar, no significa ser complaciente con la mentira y con el mal. La mentira y la injusticia son males y, por tanto, deben ser combatidos; pero las personas que actúan en su nombre, están equivocadas y merecen el perdón.


Necesitamos perdonar y amar para conservar el equilibrio mental y para sobrevivir.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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